El Fotógrafo, Ese Extraño Ser



No se si os ha pasado a alguno de vosotros pero a mi cada vez me ocurre más a menudo. Me refiero a cuando alguien me pregunta a que me dedico y digo que soy fotógrafa; inmediatamente surge otra pregunta, ¿Pero eres profesional?. A simple vista puede parecer algo inocente pero seamos sinceros, os imagináis haciéndole la misma pregunta a un médico, un abogado o un escritor.

Al principio me sentía un poco intimidada pero con el tiempo he ido puliendo mi respuesta. Viene a ser algo así: “Si te refieres a si pago la hipoteca y como, me visto y vivo de la fotografía, definitivamente no, no soy profesional”.

Y esto me lleva al siguiente tema, ¿Qué es ser un fotógrafo profesional? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da varias definiciones para el término profesional: “Dicho de una persona: Que practica habitualmente una actividad, incluso delictiva, de la cual vive.” También: “Persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación.”

Así pues si nos ceñimos a dichas definiciones podemos considerar que son profesionales de la fotografía todos aquellos que viven de ella, es decir, los que trabajan por encargo, bien bajo contrato o bien de forma autónoma. Entre ellos podemos citar a quienes trabajan para algún medio de comunicación, los dedicados a la fotografía social, los fotógrafos de moda, quienes actuán para las productoras cinematográficas como Foto Fija, los dedicados a cubrir espectáculos teatrales, los fotográfos de productos y catálogos, los corporativos que realizan trabajos para empresas y seguramente alguno más que en este momento no puedo recordar. Siempre claro está que sus ingresos por dichos trabajos sean regulares.

Ahora bien, ¿Qué ocurre con el resto? ¿Son los fotógrafos freelance, tan apreciados en otras épocas, profesionales? Seguramente éso dependa de que consigan vender sus reportajes. ¿Y aquellos que se dedican a la fotografía de “Autor”? Por cierto “Autor”, que palabra tan rimbombante. En cualquier caso ¿Qué ocurre con quienes realizan un trabajo personal,  seguramente con la esperanza de verlo algún día colgado de las paredes de un museo o una galleria de arte, o tal vez impreso en un libro? ¿Son estos ultimos profesionales?

Fotógrafos como Cristina García Rodero, que durante la mayor parte de su vida al llevar a cabo sus trabajos se ha autofinanciado para poder viajar y realizarlos y que para vivir daba clases en la Universidad, ¿Serían considerados profesionales bajo los términos anteriormente descritos? 

En un mundo en el que tendemos a ponerle etiquetas a todo y a dudar de cuanto nos rodea ¿Cuántos de los grandes clásicos habrían pasado el listón? Yo, por si acaso, voy a intentar enterearme de si el médico que me operó hace años de apendicitis tenía todos los títulos pertinentes, un trabajo seguro y todos los demás requisitos necesarios, no vaya a ser que por un casual no fuera profesional.

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